Declaración de la Unión Sindical Obrera (USO) de Colombia

29 de junio de 2003

Ante la arremetida de Uribe contra la Clase Obrera:

Debemos asimilar los golpes y prepararnos para devolverlos


Nunca en la historia de Colombia, y en tan corto tiempo, se había infringido lesión tan grande al interés nacional como en las dos últimas semanas. La liquidación de Telecom, el desguazamiento del Instituto de los Seguros Sociales y la criminal escisión de ECOPETROL fueron los anuncios del gobierno de Uribe, tras los cuáles está el despido de miles de trabajadores, la inminente privatización de los servicios prestados por esas entidades, el desmonte de las convenciones colectivas, pero por sobre todas las cosas, la renuncia del gobierno a ejercer la soberanía nacional que le permitirían el control de las telecomunicaciones y el del recursos estratégico de los hidrocarburos. 

Al liquidarse Telecom y sus 13 empresas asociadas en la prestación de la telefonía básica, se creó una nueva empresa, del tipo sociedad anónima, que prestará los servicios y recogerá el patrimonio de todas ellas. La primera consecuencia dramática la constituye el despido de más de siete mil (7.000) trabajadores y la desaparición de la convención colectiva de trabajo, lo que por sí solo sería suficiente motivo para condenar la medida. Pero aún más grave  es que la nueva empresa se crea con un patrimonio suficiente para dar respaldo a las exigencias de la multinacionales Nortel, Ericcson, Alcatel Siemens, Itochu y Nec que están cobrando 1.855 millones de dólares que alegan haber dejado de ganar en los contratos de “joint venture” o riesgo compartido suscritos por la empresa durante la administración de Samper. El Gobierno nacional, aún sin haber sido derrotado en juicio, ya reconoció que se deberían pagar a esas transnacionales, al menos 800 millones de dólares. 

Como Telecom no pudo ser privatizada en la primera oleada neoliberal por la fiera resistencia que desplegaron los trabajadores, primero se la debilitó en forma inmisericorde, colocándole dos competidores en el negocio de la larga distancia nacional e internacional y sacándola de cualquier posibilidad en los negocios de telefonía móvil celular y PCS; y ahora se la convierte en una flamante S.A., es decir Sociedad Anónima por acciones, en la que hoy los accionistas son oficiales, y mañana será el capital financiero monopolista. 

Este crimen se comete pretextando que la carga laboral tiene a la empresa agonizante, engañando a la opinión pública al desconocer las verdaderas causas de su marchitamiento, pero sobre todo se hace de forma despótica y recurriendo a la burda maniobra de inventar un “intento de secuestro” contra el presidente de la empresa por parte de la junta directiva del Sindicato, para justificar la militarización de todas las instalaciones de la empresa en el país, antes del anuncio oficial de los decretos. 

Con el Seguro Social, el asunto fue casi calcado de Telecom. La institución fue marchitada con la Ley 100 de 1993 que convirtió el servicio de salud y el manejo de las pensiones de jubilación, en un rentable negocio de seguros para el capital financiero, pero como si no bastaran las ventajosas condiciones que se le brindaron a las Administradoras de Pensiones y Cesantías y a las Empresas Promotoras de Salud privadas, a estas últimas se les encimó la gabela de sancionar al Seguro Social durante varios años con la prohibición de afiliar nuevos usuarios en salud. Nosotros los usuarios del Seguro Social hemos sufrido en carne propia su debilitamiento.  

Como la intención es la misma, es decir entregar todo el negocio al capital financiero pero antes acabar con las convenciones colectivas y los derechos de los trabajadores, aquí se procedió desguazando al Seguro Social en ocho (8) empresas, una que manejará pensiones, riesgos y aseguramiento en salud, y otras siete que harán las veces de instituciones prestadoras de salud. De esta forma los trabajadores oficiales se convertirán en empleados públicos y se acabará la convención colectiva. Pero el asunto va más allá. Si un solo Seguro Social era ya bastante débil por la aplicación del catecismo neoliberal, quien en sus cabales no entiende que, partido en ocho pedazos, cada uno irá sucumbiendo paulatinamente a los embates del poderoso capital financiero que con tantos honores representa en la primera magistratura el Señor Uribe.  

En ECOPETROL nuevamente juega la intención de matar varios pájaros de un solo tiro neoliberal. Escindir la actual institución, que es una empresa industrial y comercial del estado, en tres, una denominada Agencia Nacional de Hidrocarburos que se encargará de recaudar las participaciones del estado en los contratos de asociación y de trazar toda la política energética y petrolera, una especie de concubinato entre las multinacionales y un puñado de altos funcionarios del estado para manejar todo el conocimiento acumulado en más de 50 años por ECOPETROL y entregar a las primeras las nuevas áreas de crecimiento. Otra con carácter de sociedad por acciones, ECOPETROL S.A., que tendrá por objeto explorar, explotar, refinar y transportar petróleo y sus derivados en los actuales campos y contratos de asociación. Esta figura es como el puntillazo final para la estatal petrolera, pues se sabe que las actuales reservas durarán máximo entre tres y cinco años, y que las refinerías se encuentran en absoluto estado de obsolescencia. La tercera empresa escindida se denomina Sociedad Promotora de energía de Colombia S.A. y será encargada de manejar las inversiones que la antigua ECOPETROL tiene en otros negocios.  

El objetivo está a la vista, después de un tiempo muy breve, eliminar a ECOPETROL y a la Unión Sindical Obrera, es decir, barrer con los pilares de la resistencia contra la entrega de nuestro recurso estratégico al imperialismo. 

Es evidente que, como en el relato de la mitología griega, se ha abierto una especie de “caja de Pandora”, de la que han salido todos los males neoliberales habidos y por haber: despotismo, antidemocracia, privatizaciones, entrega de servicios al capital financiero, despidos, recortes salariales y prestacionales, desempleo, pérdida de soberanía, avance imperialista en la toma de la nación, graves lesiones al interés nacional, debilitamiento de las organizaciones sindicales, etc., etc. Pero al igual que en el relato mitológico, ha quedado viva la esperanza, pues ninguna de las medidas ha sido avalada por las organizaciones sindicales,  en particular por la UNIÓN SINDICAL OBRERA, que ha resistido valerosamente el embate uribista, sin claudicaciones y sin acciones desesperadas, y se encuentra empeñada en la construcción del más amplio frente de lucha patriótico por la defensa de la soberanía nacional, el petróleo y los derechos de los trabajadores.  

La Subdirectiva de la USO  Medellín, ante el duro golpe recibido por los trabajadores colombianos y por la nación entera con las medidas adoptadas  en estas últimas tres semanas por el gobierno de Uribe, convoca a sus afiliados, y al resto de los antioqueños, a que preparemos la más contundente respuesta, y la más efectiva resistencia civil, convencidos como estamos, que más temprano que tarde la nación entera se levantará y dará sepultura a la dominación imperialista.

UNIÓN SINDICAL OBRERA DE LA INDUSTRIA DEL PETRÓLEO

Subdirectiva de Medellín 

Medellín, Junio 29 de 2003 

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